lunes, 7 de junio de 2010

(In)conscientemente

La otra noche soñé que no debía hacer una cosa. Me desperté sudada y angustiada. Me faltaba el aire. Aún no había amanecido y no estoy muy segura de haber conseguido volver a dormirme. Dejé pasar las horas en la cama, reviviendo mi sueño una y otra vez, sin ni siquiera tratar de darle vueltas. Se presentaba ante mi cómo una película cíclica, inconexa e incoherente, pero cuyo significado no podía ser más obvio: no debía hacerlo. Cinco minutos antes de que sonara el despertador abrí los ojos, me levanté, me preparé un café, me metí en la ducha, y antes de salir había tomado una determinación: lo haría.

4 comentarios:

  1. jaja

    Al menos desde ya te has puesto en el pellejo de que pasará una vez termines de hacer lo que sea, no debe ser tan malo, aunque al principio te asustara :)

    Suerte!
    YoMisma

    ResponderEliminar
  2. Gonzalo sólo diré que a veces estamos tan acojonados con lo que podría pasar si hiciéramos algo, que nos perdemos el placer de hacerlo... Me temo que el qué es lo de menos, aunque... lo cierto es que lo hice, TuMisma. Lo hice. En pasado. No sucedió lo que había soñado.

    Mejor dejarse de miedos y temores...

    ResponderEliminar
  3. Ya lo sabes, pero yo soy de las que "si me planteo hacer algo" (aunque sea en sueños) es que quiero hacerlo, aunque haya muchos contras. Así que lo hago.
    Y de paso se me quita la duda "¿qué hubiese pasado si...?" y me queda el "Yo lo intenté".

    Y tan pancha :D

    ResponderEliminar